viernes, 13 de noviembre de 2009

Entrevista a Enrique Vila-Matas, por Luis Sánchez, para Noticias Literarias

Enrique Vila-Matas (1948), nació y vive en Barcelona. Es uno de los más importantes y originales escritores españoles, con creaciones literarias como Una casa para siempre (1988), Suicidios ejemplares (1991), Hijos sin hijos (1993), Extraña forma de vida (1997), El viaje vertical (1999) y Bartleby y compañía (2000), entre otras. Además de escribir ensayos literarios, como El viajero más lento (1992), El traje de los domingos (1995) y Para acabar con los números redondos (1997). Recorre a través de la ficción literaria, los recovecos de los bartlebys, esos "seres en los que habita una profunda negación del mundo". Tras la publicación de “Bartebly y compañía”, según él, corrió “el riesgo de quedarse en silencio”.

– ¿Qué siente un escritor como usted al recibir toda esta atención?

–Uno piensa en su fuero interno que es una cosa un poco utópica. Íntimamente piensa en cómo hará para no decepcionar.

– ¿Se ha acabado aquello de “autor de culto”?

–En España de “culto” ya no se puede decir, porque me paran por la calle. Sigo vendiendo no mucho y por ello sí soy de culto. Pero a escala de popularidad es distinto. Se ha creado una popularidad que no tenía y que hace que una viejecita me pare por la calle, para preguntarme cómo estoy de salud. He llegado a otro tipo de personas que incluso no me han leído, por culpa de la televisión donde aparezco por falta de temas, más que porque realmente les interese lo que digo.

-Su libro Exploradores del abismo, parece ser parte de un proceso de experimentación, para salir de la “trilogía metaliteraria” que formó con Bartleby y compañía, El mal de Montano y Doctor Pasavento.
-Ese camino de la experimentación, también me llevó a publicar Dietario voluble (Anagrama), un libro difícil de catalogar.
–¿Es una espécie de Vila-Matas re-explorado?
–Sí. Es diferente del resto de mi narrativa. En definitiva, a lo que aspira este dietario es a comentar la totalidad del mundo, pero el intento se queda en esos fragmentos.

– ¿Dietario es lo que pasa cuando no pasa nada, como dice en las primeras páginas?
–Desde muy joven supe que tendría una vida en la que no me pasarían muchas cosas, porque sólo quería ser escritor. No como Hemingway, que le pasan tantas cosas y caza tantos leones, sino un escritor que no tenía nada que contar. Por eso comencé a ver en los sucesos cotidianos hechos extraordinarios. Eso es lo que hago.
- ¿Qué diferencias establece entre la vida y la literatura?
-La literatura nos permite comprender la vida pero, precisamente por eso, nos deja fuera de ella. Mi escritura se trata de un viaje sin retorno. Así la calificó el escritor Sergio Pitol. Es una crítica radical de la realidad. No hay regreso. Soy el escritor que ha vivido todo lo que cuenta en los libros de ficción; pero también podría ser el que he encontrado para que escriba Dietario voluble, esa es una idea que me relaja mucho, porque me hace pensar que estoy libre, que ya vivo mi vida tranquilamente mientras que otro escritor se dedica a escribir mis libros. Con esto escribo con más libertad, como si lo hiciera con seudónimo.




– ¿Así desvanece la frontera entre ficción y realidad?






–Paradójicamente, la novela que estoy escribiendo, tiene la estructura de un diario que cuenta mi vida en forma de ficción, con lo cual parece que ha habido un trasvase. Debería ser realista y es ficción. Por otro lado, la ficción que estoy escribiendo ahora, en el fondo refleja mi realidad cotidiana. Practico un trasvase de géneros.


- ¿Qué lugar ocupa la poesía dentro de la literatura?


-Como decía Faulkner, todo escritor que apunta alto, empieza por querer ser poeta. Cuando descubre que no puede serlo, se refugia en el cuento. Cuando descubre que no puede escribir cuentos de altura, se pasa a la novela. Hay una teoría de Borges que dice que Dante escribió toda "La divina comedia", para poder camuflar dentro de ella esa frase en la que dice que vio a Beatriz. Yo escribo novelas.


- ¿Qué escritores considera "indispensables en la historia de la literatura?



-Para no hacer una larga lista, es suficiente con Kafka. Un hombre que se queda solo, es un hombre peligroso, porque empieza a pensar.






- ¿Siempre quiso ser escritor?


-Lo primero que quise ser es torero. Cambié rápido de gustos, cuando me tocó a los cuatro años, en el pueblo de veraneo, divertir a la pandilla toreando a una cabra disecada. Haciendo eso me vio un perro y eché a correr espantado. Claro, el perro era un animal de verdad. En cualquier caso, aspiro en la literatura, siempre, a arriesgar, como el torero en la plaza, acercarse al cuerno del toro lo máximo posible: la literatura vista como tauromaquia.


- La Navidad le trae recuerdos interesantes, al parecer, ya que las cita en sus obras.


-Es que entre mis recuerdos imborrables de infancia, siempre está el día de Navidad de 1962: ese día nevó en el patio de la casa familiar y yo pensé que era parte de la decoración navideña de mi madre. Desde entonces, vivo esa temporada, esos días, en estado de sentimiento abierto, y suelo llorar con facilidad.





- ¿Qué inspiró su último libro?







-Un amigo se quejó de que yo sólo hablaba de literatura. Entonces se me ocurrió la idea de escribir sobre un enfermo de literatura, para ver si así acababa con mi obsesión. De alguna manera creo que todos mis libros están escritos para acabar con obsesiones.


- ¿Cómo ejercita su imaginación?


-Leyendo.


- ¿Qué piensa hacer ahora?


-Me iré de fiesta al centro del vacío.

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